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CERRO DE BILBILIS
Marcial, Epigramas XII
18
*
"Mientras quizás tú,
Juvenal, vas errante sin reposo por la bullanguera Subura, y recorres el monte
de la diosa Diana; mientras sudas bajo la toga que el aire agita, al recorrer
los palacios de los poderosos y te fatiga el grande y el pequeño Celio, a mí me
recibió en su seno, después de muchos inviernos, mi Bilbilis, soberbia por su
oro y por su hierro, y ha hecho de mí un labrador. Aquí, entregado a la
pereza, cultivo con trabajo agradable el Boteado y la Platea, esos son los
nombres demasiado rudos por estas tierras Celtíberas, disfruto de un sueño
profundo e interminable, que a duras penas me rompe la hora tercia, y ahora recupero todo lo que
he dejado de dormir durante treinta años. No veo para nada la toga, pero cuando
lo pido me dan un vestido próximo que está encima de un sillón roto. Al
levantarme me recibe un hogar alimentado por un montón de leña recogida en el
vecino carrascal, y la mujer de mi encargado rodea de una multitud de ollas.
Enseguida se me presenta el cazador, que tú querrías tener en una selva
retirada. El encargado imberbe distribuye sus raciones a los esclavos y
les ruega que se corten los largos cabellos. Así me gusta vivir, en esta
vida deseo que me encuentre la muerte".
BILBILIS
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